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Día 1.826, 5 años D.F
Hace un par de días Elethian me quitó mi vieja libreta, mi única posesión y el único recuerdo de mi antigua vida. Contenía algunos bocetos que ya ni recuerdo haber hecho, aunque Drazzel asegura que le dije que fui yo quién los hizo antes de llegar aquí y la rigurosa cuenta de los días que llevo en este lugar. Drazzel me ha conseguido una nueva y ahora puedo volver a recopilar lo poco que recuerdo, precisamente hoy, el día que se cumplen 5 de mi llegada al D’Vils. No recuerdo lo sucedido, tan solo imágenes borrosas de una ciudad extraña, unas puertas que saltaban sobre sus goznes y un grito cuya procedencia desconozco, pero sigue consiguiendo ponerme los pelos de punta. Lo único que llegó conmigo fue la libreta.
Por desgracia para mí no fui tan previsora como para apuntar aquel primer día los nombres de mis seres queridos, dónde vivía o quién es mi familia. No pensé que fuese a necesitarlo, pero tampoco me imaginaba lo que harían conmigo.
Recuerdo pocas cosas, pero ninguna con tanta claridad como la primera vez que vi a Elethian. Acababa de despertar en una habitación repleta de niños de donde no saldría a no ser que fuese completamente necesario. No podíamos ir a ningún lado, salvo a nuestra alcoba o al sótano, donde se realizaban los experimentos. Al principio, a los recién llegados, nos obligaban a extraer la magia de pequeños animales. Muchos de los niños no los soportaron. Caían al suelo de rodillas y pidiendo clemencia por aquellos seres vivos a los que absorbíamos hasta desgastarlos por completo. Sin embargo, esto solo era un entrenamiento, el verdadero tormento comenzaba cuando conseguíamos trasladar la magia absorbida a cristales donde se conservaba. El objetivo de Elethian hasta la destrucción de la Fuente del Sol era usarnos para ofrecer algo más fuerte a sus clientes, pero este hecho fue el detonante para que el negocio de Elethian disparase sus beneficios.
Sus experimentos previos con otros niños como Arandil o el propio Drazzel, le granjearon una alternativa a la falta de magia que asoló todo Quel’Thalas. No comprendo muy bien lo sucedido, solo sé que teníamos un lugar que emanaba magia y cuando desperté en el D’Vils ya no existía porque alguien lo había destruído. Al parecer los adultos necesitaban esa magia para vivir, o algo así, y los cristales de magia que ofrecía Elethian en su local servían de sustitutos e, incluso, algunos decían que eran mucho mejores. La gente se mataba por conseguir uno de esos cristales y Elethian no escatimaba en subir su precio.
La energía que contienen estos cristales es conocida como energía vil y se extrae directamente de demonios. Aunque borroso, aun puedo recordar algo del encuentro con mi primer abisal. Extraer su magia quemaba, recuerdo sentir como si estuviese ardiendo todo mi interior y el dolor era insoportable. Esa fue la primera gran purga. Los niños que llegaron justo después de mí y algunos que llevaban ya algún tiempo fueron cayendo poco a poco, mientras que nos exponían a demonios mayores. Al final, ni siquiera Arandil sobrevivió y solo quedamos Drazzel y yo. Ya no nos duele la extracción, es más, nos hace sentir más vivos y repletos de una poderosa energía, pero dura poco tiempo, hasta que la depositamos de nuevo en los cristales. Soy capaz de canalizarla a través de mí, de retenerla en mi interior y creo que sería capaz de manipularla. Por eso, en ocasiones se me ha pasado por la cabeza volver toda esa energía contra los hombres de Elethian, pero me temo que antes de que pudiese intentarlo acabarían con mi vida. Además, con cada experimento perdía un fragmento de mis recuerdos. Creo que era tan traumático enfrentarme a aquellos seres que lo único que deseaba era olvidar y lo conseguí. Ahora mismo, Elethian y su gente es la única familia que conozco. Drazzel es casi un hermano para mí y nos permiten salir de nuestra alcoba para ayudar en el local. Tal vez esto no esté tan mal.
Día Mismo día, no sé qué hora es
Acaban de entrar al D’Vils un grupo de soldados. Ni siquiera podía mantenerme en pie, pero uno de ellos intentó sostenerme, aunque creo que Eresea no se lo permitió. Solo pude ver sus ojos, eran tan azules… Me duele recordarlos. Siento una nostalgia tan dolorosa que hasta me cuesta respirar. Por alguna razón sé que lo conozco y que es alguien importante para mí, pero no sé quién puede ser. Tengo que salir de aquí.
Día 1.827, 5 años D.F
Me he levantado con un dolor de cabeza horrible, ayer creo que consumí más cristales de la cuenta. Le he dejado a Drazzel dos de los que conseguí despistar bajo mis ropas para que pueda consumir un poco de energía también, aunque no sé si le hace demasiado bien. Cada día parece que su piel pierde algo más de color, aunque no me extraña, si ni siquiera le da el aire que entra por la puerta del local.
Hoy de nuevo nos han traído un demonio para extraer su energía, esta vez ha sido de los grandes. Tenía fuertes alas membranosas a su espalda y unos cuernos amenazantes en su cabeza. Balbuceaba algo tras los barrotes de la jaula mágica que lo mantenía preso y débil. No sé de dónde los sacan y no sé si quiero saberlo. Si algo recuerdo bien es cada uno de los distintos especímenes que he visto, aunque desconozco cómo se denominan. Elethian no nos deja instruirnos sobre demonios. Alguna vez he podido echar un ojo a los libros de Galdriel y he visto que a los pequeños y ruidosos se les conoce como diablillos, así como a las voluptuosas mujeres que nos incitaban a hacer cosas que hubiesen hecho enrojecer a cualquiera, las denominaban súcubos.
Sin embargo, la extracción de hoy ha sido diferente, no podía concentrarme. Cada vez que lo intentaba me venían esos ojos azules a la cabeza y me sentía culpable por estar en ese sótano. Tengo que salir del D’Vils, eso está claro. Le he pedido a Drazzel que me acompañe, que huya conmigo, pero no quiere acompañarme. Dice que no sabe cómo vamos a sobrevivir en el mundo de ahí fuera, que es un mundo cruel e injusto, supongo es por lo de su familia. Todos murieron en el ataque de su pueblo y cree que es mejor permanecer aquí. Aun así, dice que me ayudará a marcharme si es lo que quiero. Amo a Drazzel con todo mi corazón, pero no puedo permanecer ni un segundo más en este lugar.
Una gota cayó sobre el cuaderno y lo humedeció. Según se lo había dado a Yvrainne, había comenzado a escribir en él. En circunstancias normales nunca se hubiese atrevido a abrirlo, pero se trataba de un caso especial. Yvrainne lo había dejado atrás, en la habitación, como todas las demás cosas del D’Vils, como a él mismo. Drazzel suspiró y se limpió el rastro de la lágrima con el dorso de la mano. Él había decidido quedarse, tal y como exponía Yvrainne en su diario, no estaba preparado para regresar al mundo exterior, donde ya no le quedaba nadie. Sin embargo, ahora se reprochaba no haber huído con su amiga, con su hermana o tal vez con el único amor de su vida. Era demasiado confuso pensar en todo aquello. No había conocido a nadie como Yvrainne. Era fuerte, valiente y de una belleza extraordinaria. Conforme crecía se volvía más llamativa y aquella melena roja como el fuego y sus ojos verdes del color de las esmeraldas, aún remarcaban más sus rasgos. Nunca había conocido a una elfa como ella, aunque algo en su forma de ser le recordaba a Elesa. Tampoco es que Drazzel hubiese tenido la oportunidad de conocer a mucha gente en sus cortos años de libertad y mucho menos durante el cautiverio. Ninguno de los otros niños habían sobrevivido el tiempo suficiente como para llegar a hacerse adultos, tan solo Yvrainne y él. Drazzel volvió a suspirar, ya la echaba de menos y solo había pasado un día desde su huída. Escondió el diario en un hueco donde ponían todas sus cosas de valor y se percató que allí continuaba la pluma de los dibujos de Yvrainne y su punzón. La primera vez que la vio la llevaba apretada con fuerza en la mano. Así comenzó una amistad que duraría cinco largos y oscuros años.
Durante todo aquel tiempo Yvrainne y Drazzel se configuraron como un equipo. Cuidaban de los más pequeños, los entretenían y procuraban hacerles menos pesados los días que pasaban en el D’Vils. A los mayores los ayudaban y orientaban y, desde la muerte de Arandil, dejaron de utilizar la norma de evitar los nombres de los recién llegados. Yvrainne se hizo con punzón y talló el nombre de Arandil el primero, a partir de ese momento, convirtió las paredes de la alcoba en un mural del recuerdo. Así lo llamaba ella y no importaba si el recién llegado no hubiese superado la primera extracción, su nombre estaba allí, tallado con sumo cuidado. Drazzel pasó sus dedos sobre el nombre de Unnel, tallado tres años antes, y volvió a suspirar. El silencio era abrumador y asfixiante entre aquellas cuatro paredes y el ajetreo de la planta baja se escuchaba como un eco sordo.
Nadie parecía haberse percatado de la desaparición de Yvrainne, estaban demasiado preocupados por el chivatazo del último soldado que había pasado dos noches antes por la puerta trasera del local. La Guardia Real al completo se presentaría en el D’Vils dos días más tarde, al alba. Había cundido el pánico y los hombres de Elethian corrían de un lado para otro tratando de ocultar las fuentes de sus cristales y los experimentos realizados en el sótano. Debían deshacerse de cualquier tipo de prueba que pudiese relacionarlos con los secuestros de los niños y, en segundo lugar, evitar que los soldados del Rey encontrasen demonios en el sótano. Debían cortar los suministros de todas pesquisas poco o nada legales y convertir el D’Vils en una taberna cualquiera, algo complejo, puesto que los cristales estaban almacenados a docenas tras el mostrador principal. Fue precisamente este revuelo el que aprovechó Yvrainne para huir. Un descuido poco habitual en el D’Vils, una puerta sin cerrojo y unas ropas oscuras le sirvieron para desaparecer en la noche poco después de que llegase el aviso.
La despedida fue corta, apenas un abrazo envuelto en el aroma del bosque de Canción Eterna y el breve destello de unos mechones carmesí ondeando en la fría brisa de la noche. Ni un ruido, ni una lágrima, ni una palabra de más.
El muchacho cerró los ojos un momento y respiró profundamente, justo en el instante en el que la voz de Elethian ascendía por la escalera gritando su nombre.
Echo un último vistazo a la habitación. El alba se colaba ya por los desgastados tablones que cegaban las ventanas, estaba amaneciendo. Bajó las escaleras con un andar arrastrado y llegó al descansillo donde encontró a Elethian clavando sus ojos en él. A un lado sus hombres, todos vestidos con ropas oscuras y con los ojos brillando en un verde siniestro. A su otro lado, enfundados en brillantes armaduras, tres soldados de los cuales destacaba uno por sus emblemas y por el azul intenso de sus ojos. Sus miradas se cruzaron y por un momento Drazzel creyó ver a su amiga devolviéndole la mirada y, por un segundo, su gesto lo traicionó. Aquellos ojos de largas pestañas eran prácticamente idénticos, salvo por su color y no pudo evitar un atisbo de sorpresa en su cara.
⏤Este es Drazzel, se encarga del mantenimiento. Su hermana, Yvy suele estar atendiendo el bar. Drazzel, ¿sabes dónde está ahora? ⏤La voz de Elethian sonaba amable, pero su mirada fue una advertencia al clavarse en el muchacho.
⏤No lo sé ⏤dijo con sinceridad y volviendo a su rictus de apatía⏤, hace rato que no la veo.
⏤Bueno, ya aparecerá… pueden seguirnos por aquí. ⏤Se giró mirando al capitán a la espera, tal vez de una presentación formal.
⏤Mi nombre es Feeros Guardalbor y no voy a perder el tiempo con formalidades. ⏤Su voz sonó autoritaria y Elethian observó al capitán con cierta cautela y una ceja cuidadosamente arqueada. El capitán continuó hablando⏤. El otro día había una muchacha en este mismo local. Tenía el pelo rojo como el fuego y los ojos verdes, quiero hablar con ella. Solo con ella.
Elethian arqueó ambas cejas y una sonrisa de satisfacción asomó a sus labios. Drazzel supo de inmediato lo que la perversa mente de la elfa estaba pensando.
⏤¿Solo viene por una de nuestras muchachas? ⏤Su tono ahora sonaba encantador, incluso, para Drazzel, tenía ciertos toques lisonjeros. Parecía aliviada, sus músculos se habían relajado y su sonrisa se había ensanchado en su cara⏤. Eso es estupendo… Drazzel, acompaña al caballero a buscar a Yvy, probablemente esté en el salón principal. Si no la encuentras, pide a una de las chicas que lo acompañe mientras espera…
Una caída de ojos demasiado ensayada dio por zanjada la conversación con el capitán que, por su parte, no parecía especialmente contento aunque tampoco dijo nada más.
Drazzel asintió y solícito se lanzó hacia la humilde puerta de madera que daba acceso al salón principal. Tuvo que sujetarse las manos para que el temblor que las sacudía no se notase, mientras rezaba porque el sonido de su corazón no fuese tan evidente. Pensaba que en cualquier momento se le saldría por la boca y le delataría. Había reconocido aquel apellido de forma inmediata. Drazzel abrió la puerta y la luz se desparramó por el pequeño descansillo. Una significativa mirada y un corto gesto de cabeza fueron suficientes para indicar al capitán que pasase delante. Sin embargo, antes de traspasar el umbral, se volvió un momento hacia sus hombres.
⏤Quiero que acompañéis a nuestros anfitriones y que os enseñen el resto del local ⏤ordenó y luego se giró para mirar a Elethian⏤. Supongo que es posible, ¿no es así?
La elfa, que parecía estar de mejor humor, cambió el semblante de forma inmediata. Su gesto volvió a ser artificial y en su voz se advirtió un tono de molestia.
⏤Por supuesto, pueden seguirme por aquí ⏤dijo mientras acompañaba sus palabras de un gesto guiando a los soldados hacia la cocina.
Con un gesto amable, Drazzel, dejó pasar al capitán.
Las primeras luces del día asomaban entre las cortinas de la puerta principal del D’Vils iluminando una decoración completamente diferente. Donde antes había mesas bajas y cojines por todas partes, ahora se alternaban con mesas más altas y sillas ricamente adornadas. Una amplia variedad de frutas se exponían sobre las ornamentadas mesas, así como botellas relucientes con distintos líquidos. El aroma también era diferente: en lugar del empalagoso incienso que solían usar para amodorrar a sus clientes, ahora flotaba en el aire el ligero y fresco aroma de las frutas. La luz también era más clara, menos pesada y entraba a través de las cortinas descorridas. El sol invitaba a pasar el día frente a una copa fresca de vino y de los cristales tras el mostrador no había ni rastro. Drazzel se quedó conmocionado al ver el cambio, nunca se lo hubiese podido imaginar. Sin embargo, allí no había nadie, el salón estaba completamente vacío.
Por su parte, el capitán entrecerró los ojos y recorrió una vez más el local con la mirada.
⏤Si que ha cambiado esto en pocos días… ⏤comenzó a decir, pero Drazzel lo cortó en seguida.
⏤No está aquí ⏤aseguró dándose la vuelta y olvidando por completo el cambio radical de aspecto del D’Vils.
⏤¿Hablas de la muchacha del otro día? ⏤preguntó el capitán algo sorprendido por la reacción del muchacho.
⏤Hablo de Yvrainne, de vuestra hija ⏤La reacción del capitán no se hizo esperar ni un segundo. Sus ojos azules se abrieron con sorpresa y tuvo que llevar una mano al mostrador mientras trataba de recuperarse del impacto. Drazzel se lanzó hacia la puerta y la cerró, no sin antes echar un fugaz vistazo al otro lado y comprobar que allí no quedaba nadie y que las voces llegaba lejanas desde la cocina⏤. No está aquí.
Se giró de nuevo para dirigirse al capitán.
⏤Así que era ella… ⏤Parecía completamente conmocionado mientras el muchacho asentía. De pronto sus ojos se clavaron en los Drazzel y su voz sonó como una súplica⏤ ¿Dónde está? ¿Dónde puedo encontrarla? ¿Por qué no me dijo quién era?
Drazzel suspiró, esta vez mucho más profundamente que las veces anteriores mientras negaba lentamente con la cabeza.
⏤Yvrainne no recuerda nada, ni siquiera cuál es su apellido… Ella decidió perder sus recuerdos y yo debía respetarlo, aunque no sé si he hecho lo correcto. Hace dos noches la ayudé a escapar entre el revuelo que ocasionó está revisión inesperada ⏤Hizo especial énfasis en sus últimas palabras dejando palpable la ironía presente en ellas. Con un gesto amable invitó a Feeros Guardalbor a sentarse en una de las sillas⏤. Tome asiento, mientras Elethian esté ocupada, puedo contarle todo.
Lista de capítulos
- Prólogo
- Capítulo 1
- Capítulo 2
- Capítulo 3
- Capítulo 4